Boncinelli, E.: Il cervello, la mente e l’anima, Mondadori, Milano 1999.

 

1. Exposición divulgativa, amplia y actualizada, de las funciones del sistema nervioso ligadas al conocimiento. Trata de la ciencia del cerebro y puede ser útil para el que quiera estar informado del estado actual de la neurofisiología. Aporta datos sobre los procesos neurológicos inherentes a la percepción sensible. Los temas están explicados con claridad y no se entra en cuestiones filosóficas. La parte dedicada a la mente y a sus teorías es breve y pobre de contenido.

2. Comienza con el estudio de la base genética de los seres vivos, sobre la que se construye su organismo, dotado de una peculiar complejidad. Tras considerar rápidamente los diversos grados de vida, se detiene en especial en los vivientes con sistema nervioso. Expone, en primer lugar, la anatomía y fisiología de las células nerviosas -neuronas- y sus vías de comunicación, que relacionan la parte periférica -donde están los receptores sensoriales- con el tronco encefálico y la médula espinal. Explica cómo se produce en estas vías la elaboración, cuasi computacional, de la información. De este modo puede afrontar la cuestión de los circuitos neuronales, basados en las conexiones sinápticas. Seguidamente estudia las distintas especies de información sensorial y sus vías: gusto, olfato, tacto, sonido, vista. De allí pasa al estudio del fenómeno de la atención, el sueño y los sueños. Describe con detalle los distintos métodos actuales del estudio experimental y observativo del cerebro. En la parte final del libro considera la memoria, la experiencia, el lenguaje, la motricidad. Dedica una parte especial a la formación de redes neuronales, y se detiene con preferencia en los temas de la atención, memoria y aprendizaje. La parte final considera el tema de la mente, contemplando diversas teorías sobre la misma. Se opone a que la mente sea reducida al funcionamiento de una computadora. Critica el reduccionismo físico y reconoce el carácter original de lo psíquico.

3. El libro no ofrece dificultades doctrinales, salvo en un momento -más bien de pasada- en el que aparece una idea evolutiva de tipo casualista (la vida y el cerebro humano habrían surgido por evolución casual, contingente y no guiada, y se habrían consolidado por la selección natural).

 

J.J.S. (2002)

 

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