BEAUCHAMP, Tom L.: Philosophical Ethics. An
introduction to Moral Philosophy, McGraw-Hill, New York 1982, 396 pp.
1. Es un libro dirigido a estudiantes de Ética, en
el que se pretende dar una panorámica general de la situación actual. El
intento del autor es hacer hablar a los diferentes filósofos, presentando
fragmentos de sus obras y confrontándolos con las críticas que han recibido.
Hace una descripción de los problemas planteados en la filosofía moral y las
respuestas que se han dado a lo largo de la historia, procurando quedar fuera
del debate. Cada capítulo comienza con un caso real que sirve de presentación
del tema, y se analiza a continuación, desde diferentes puntos de vista.
2. En los dos primeros capítulos se pregunta por
el objeto de la moralidad, y lo compara con la ley y las buenas costumbres (lo
que llama "etiquete"). Presenta un texto de Hartland-Swann (tomado
del libro "An Analysis of Morals") y, aunque critica la primacía que
el autor da a la ley, comparte su planteamiento general de la moral como una
serie de costumbres que tienen relevancia social. No existen principios o
comportamientos que puedan ser calificados universalmente como morales o
inmorales (pp. 5-10). Señala cuatro notas de la Filosofía Moral: lo moral sería
lo "supremo", es prescriptivo, se trata de un conocimiento universal,
y dice relación al bienestar (p. 11-14). Toma de Ronald Dworkin el concepto de
"Moral position"; y siguiendo a Hobbes (a través de un texto de G. J.
Warnock), señala como objeto principal de la moralidad el intento de evitar el
daño que los hombres se infligen por tendencia natural. No acepta un
relativismo moral fundamental, aunque sí explica que se puede defender un
cierto relativismo normativo (en el sentido de que se deben tolerar todas las
visiones morales). Presenta cinco modos de superar el desacuerdo ético:
aumentar la información sobre los hechos que se estudian; buscar un acuerdo en
el significado de los términos empleados; buscar puntos comunes, aunque exista
desacuerdo de base; utilizar ejemplos y contrarios; señalar lo inadecuado de
las consecuencias de un determinado comportamiento moral. Utiliza textos de
Mill, Bentham, Hume, Smart y Brandt para presentar el Utilitarismo; señalando como crítica la dificultad
para cuantificar la bondad ("goodness"), y el problema de las
distribuciones injustas.
El Deontologismo lo explica a partir de un texto de Kant, al que
asocia otros de autores posteriores (Rawls, Ross, Downie, Telfer y Dworkin)
para mostrar cómo ha llegado esa visión ética a nuestros días. Entre las
críticas señala el problema de sistematizar una ética que posea una serie de
reglas, pero que no puede fundamentar; también menciona la cuestión del recurso
excesivo a la intuición o la conciencia; y que, en definitiva, la regla del
imperativo categórico juzgaría simplemente en base a las consecuencias (cosa
que los deontologistas no aceptan, aunque den un peso importante a éstas). La Ética
de la virtud se presenta
de la mano de Bernard Mayo ("Ethics and the Moral Life"). También
recoge algunos textos de la "Ética a Nicómaco". Explica cómo, a
diferencia de las otras dos grandes corrientes éticas, en este caso la pregunta
moral no está centrada sobre las acciones sino sobre el agente. Hay un intento
de relación entre las virtudes y las obligaciones (Warnock). Viene criticada,
utilizando un texto de Frankena, que la presenta como una ética prevalentemente
egoísta, frente al altruismo de las éticas modernas e incapaz de señalar el
modo de actuar en la situación concreta.
Otra dificultad estaría en la imposibilidad de
fundamentar las obligaciones (y los derechos). Beauchamp no toma partido en
ningún momento por una teoría ética, dejando de lado las otras: "no está
claro que debamos aceptar solamente una de estas perspectivas y rechazar las
otras (...) No hay ninguna razón por la que no podamos extraer el importante
valor de cada perspectiva, mientras rechazamos aquello que esté demasiado
enfatizado por la limitada concepción de la vida moral que ofrece" (p.
179). De todas formas, la obra contiene varias afirmaciones que permiten
hacernos una idea más acertada de su pensamiento ético. Al hablar, por ejemplo,
del Utilitarismo dice que su punto de partida es tan plausible (sobre todo para
la ética social) que muchos prefieren quedarse con él, a pesar de las críticas
que ha recibido; por otro lado, en el capítulo sobre el Deontologismo dice que,
aunque no está libre de error, la mayoría de nuestras creencias morales pueden
apoyarse sobre esta teoría.
En el capítulo dedicado a los derechos (y sus correspondientes
"deberes"), no consigue dar una fundamentación convincente. Presenta algunos textos de Ronald
Dworkin ("Taking Right Seriously"), Joel Feinberg ("The Nature
and Value of Right"), Margaret MacDonald ("Proceedings of the
Aristotelian Society") y Ruth Macklin ("Moral Concerns and Appeals to
Rights and Duties"). Se
critica la posibilidad de una "ley natural" donde apoyar los
derechos, porque sería demasiado subjetiva: lo que puede ser alcanzado por la
"recta razón" no es susceptible de medida objetiva; y sus
afirmaciones (las de la ley natural) estarían lejos de ser evidentes. Al hablar
de justicia se centra
fundamentalmente en la justicia distributiva, dedicando gran parte del capítulo
a señalar las dos grandes corrientes actuales: "libertarian theory"
(Robert Nozick) y "egalitarian theory" (John Rawls). Libertad y
ley aparecen como
términos enfrentados. Señala cuatro principios en relación a los límites de la
libertad (o sea, los casos en que estaría justificado reducir la libertad
personal): "harm principle" (para evitar un daño a otra persona),
"paternalism" (para evitar un daño provocado por la misma persona),
"legal morality" (para evitar un comportamietno inmoral) y
"offence principle" (para evitar una ofensa a otros). Se extiende
ampliamente a considerar cada uno de estos aspectos. En este capítulo se apoya
en Hobbes, Rawls, Mill, Goldin, Hart, Feinberg y Dworkin.
Los dos últimos capítulos se refieren a la justificación de la moral y a la metaética. En el noveno, se pregunta por la posibilidad de
una justificación racional y el escepticismo moderno ante tal posibilidad.
Presenta la propuesta de Sartre de la elección personal, como opción que debe
hacer el hombre sobre el tipo de vida que desea; y el pensamiento de Frankena,
que apoya la fundamentación última de la ética sobre un "article of
faith". En el último capítulo hace un repaso histórico de la relación
entre hechos y valores, resumiendo las distintas posturas. El Naturalismo, que hace derivar el "deber ser"
a partir del "ser", lo explica a través de un escrito de Ralph Barton
Perry (al que define "subjetive naturalist") que no resulta claro.
Las críticas al Naturalismo son presentadas mediante textos de Hume y Moore
("falacia naturalista"). El Intuicionismo de Ross y Ewing, en el que la ética no puede ser
definida a partir de términos factuales sino de propiedades no-naturales, cuya
última fundamentación estaría en la intuición. En el otro extremo estarían las
teorías del no-cognitivismo ético, entre las que señala el Emotivismo de Age (más radical) y la teoría de la
actitud de Stevenson, que
distingue entre actitudes (no racionales) y creencias (más o menos racionales)
en la elaboración del juicio moral. El debate entre el Prescriptivismo de Hare y el Descriptivismo de Foot cierra este denso capítulo.
3. La obra presenta una clara impronta
norteamericana (basta comprobar la lista de autores citados, y la relación tan
estrecha entre ley y moral). Como texto de Filosofía Ética no aporta mucho más
que una panorámica: el mismo autor explica en la introducción que no pretende
agotar las cuestiones. De todas formas, como son tantas las tratadas y, sobre
todo, desde perspectivas tan diferentes, puede quedar como idea final un
relativismo moral.
P.R.M. (2002)
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